Los Gatos Guerreros | El augurio de las estrellas 4--Señales de la luna by Erin Hunter

Los Gatos Guerreros | El augurio de las estrellas 4--Señales de la luna by Erin Hunter

autor:Erin Hunter [Erin Hunter]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788419275363
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-02-07T00:00:00+00:00


12

Leonado saltó sobre un tronco caído y arqueó el lomo para estirarse con ganas, disfrutando de los rayos del sol que acariciaban su pelaje dorado. En los árboles estaban apareciendo brotes verdes, y en las matas de helechos, secas y marrones, empezaban a desplegarse frondas de un verde vivo. Las copas parecían repletas de trinos, y se oía el correteo de pequeñas criaturas por el sotobosque.

«Ya está llegando la estación de la hoja nueva», pensó el guerrero.

Tras él, su patrulla salió de entre la vegetación: Carbonera, con los oídos y los bigotes alertas en busca de señales de presas; Tordo, haciendo más ruido que una manada entera de tejones, y Rosada, que apareció en último lugar.

—Bien. —De un salto, Leonado bajó del tronco al claro del otro lado y se plantó ante los jóvenes guerreros—. Éste es un buen sitio. Estrella de Fuego nos ha pedido a Carbonera y a mí que os ayudemos a pulir vuestras técnicas de caza.

—¡Oh, genial! —Tordo lo miró con ojos relucientes—. ¿Nos enseñaréis también algunos movimientos de combate?

—¡Sí, por favor! —se sumó Rosada con entusiasmo.

—Quizá en otra ocasión —respondió Carbonera sacudiendo la cola—. Hoy vamos a concentrarnos en la caza. Veamos cuántas presas podéis traer para el clan.

Tordo se mostró decepcionado.

—Tú eres el mejor luchador —le dijo a Leonado—. El Clan del Trueno es muy afortunado de tenerte. ¡No creo que resultes herido nunca! —Y animándose, añadió—: Yo voy a ser como tú algún día. Defenderé a mi clan, ¡y ninguno de mis enemigos podrá siquiera tocarme!

Leonado reprimió un suspiro. «Si intenta pelear como yo, acabará gravemente herido.»

—Tordo, tienes que pelear como tú mismo, no como yo ni como ningún otro gato... —repuso, un tanto incómodo.

—Pero tú eres buenísimo. ¿Por qué no debería querer luchar como tú?

Leonado notó un hormigueo de desazón. Miró de reojo a Carbonera, que lo observaba con sus ojos azules y lo miraba con comprensión.

—Todos los gatos son vulnerables —insistió él—. Todos tienen debilidades. Para ser buen guerrero, un gato debe ser consciente de eso y...

—¡Mira esto!

Leonado se interrumpió cuando Tordo se abalanzó sobre el tronco caído, lo pateó arañando la corteza y aferró una rama con los dientes.

—¡Para! —aulló Leonado, agarrando al joven del pescuezo y separándolo del árbol—. Lanzarte de esta manera en medio de la batalla es la forma más fácil de terminar muerto —le espetó, alzándose sobre él.

Tordo se quedó mirándolo, conmocionado. Leonado notó cómo se desbordaba su ira, avivada por el resentimiento hacia la profecía, que se había apoderado de su vida y estaba exprimiéndosela sin dejarle la más mínima opción. «Yo renunciaría a mi destreza en el combate por ser un gato de clan común y corriente... si así pudiera tener a Carbonera.»

—Venga, Leonado, cálmate. —La guerrera se acercó y posó la cola sobre Tordo—. Sólo se ha dejado llevar por el entusiasmo, eso es todo. —Y mirando al guerrero más joven con un brillo risueño en los ojos, añadió—: Aunque no vas a conseguir nada intentando matar un árbol, eso está claro.

—Lo... lo siento, Leonado —tartamudeó Tordo—.



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